Nosotros

Cuenta la historia, en la que el mar del Puerto de Eten es testigo, que en cada amanecer, la pequeña Josefina corría en contra del viento a recibir con cariño al pescador hambriento. Chepita, como la llamaban los que la querían; haciendo uso de la herencia culinaria de su madre, recibía los frutos del mar y la pesca del día, para transformarlos en manjares inolvidables.

Los trozos de pescado y mariscos salteados al ritmo de alguna marinera norteña eran sazonados con el entrañable sabor chiclayano !Vaya jarana la que se armaba! Familiares, pescadores y amigos !Todos siempre serían bienvenidos!

Un día Doña Chepita, llena de amor por el puerto de Eten, se animó a empacar un par de alforjas. Zapallito loche, ají limo, pescados y unas cuantas hortalizas, siempre estarían listas para recordarle la tierra que la vio nacer.

Así, decidió emprender la mejor travesía de su vida: «Compartir con los Limeños, la esencia de su alma Chiclayana».